Segunda prueba: Piso dos.

Una gran puerta se abre de par en par, dejando entrar a los regulares que han pasado la primera prueba a un gran salón vacío. Algunos regulares están heridos, otros cansados, otros menos afortunados, a punto de morir. Pero ahí están, cada uno en medio de una sala que parece vacía, pero no lo está, ya que en una esquina se encuentra un sillón, y sobre este, tumbado está el examinador de la siguiente prueba. Durmiendo...

Luego de varios minutos en que el examinador se da vueltas hacia un lado y otro, abré su ojo para percatarse de que ya están ahí, los regulares que han triunfado.

-Vaya, cada vez se demoran más- Susurra mientras se incorpora y toma asiento en el sofá. Su nombre, desconocido para algunos, muy conocido para otros, tal vez haga eco de preocupación en el corazón de los regulares. Anstanx Zero mira de forma somnolienta a los candidatos a seguir escalando la torre.

Anstanx mirandote:

Un bosteso inundó la sala, de piso blanco y algunos cuadros negros en las paredes. Más de cincuenta metros por cuadrado rodeaban a los chicos de aquel lugar. -Bueno bueno...- Dijo estirándose y soltando un suspiro -Supongo debo presentarme- Se rascó la cabeza mientras se ponía en pie, llevando una mano a su espalda, tal vez aquejando alguna dolencia. -Me llamo Anstanx Zero, también me conocen como Ans. No pertenezco a este piso, como algunos ya saben, el antiguo examinador renunció. Y bueno- Se encogió de hombros mientras llevaba ambas manos a sus bolsillos -Un dinero extra no viene mal. Estaré aquí por ahora- El pelinegro caminó a paso somnoliento, hacia el centro del gran salón, con las manos en los bolsillos miró de un lado a otro, se quedó pensando un momento, luego arrugó el ceño.

-Olvidé como era el juego de la corona- Se encogió de hombros y llevó una de sus manos a su barbilla. Levantó la mirada y observó en general aquel grupo de regulares que seguramente se preguntaba quien era él, o más aun, como un tipo como él estaba a cargo de algo tan importante. Sin embargo, en su rostro no hubo expresión alguna. -Se me acaba de ocurrir una prueba...- Alzó su dedo índice derecho con tal letanía que parecía que aquel acto demoraría diez años en suceder.

De pronto, de la llema de aquel dedo, una luz azul comenzó a brotar; rapidamente aquella luz creció en forma de círculo, tan grande que finalmente envolvió todo el salón. Un par de segundos después el escenario era otro.

Nuevo escenario:

Los doscientos regulares se encontraban junto a Anstanx sobre una gran isla flotante, sujeta de cadenas en los cuatro puntos cardinales; estas parecían no tener fin. Sobre la isla habían casas, gente que caminaba de un lado para otro, animales y todo tipo de flora. -Hmm, esta vez no me quedó perfecto. Tal vez sea el cansancio- Susurró el examinador mientras llevaba el pulgar derecho a su labio inferior y miraba de forma soñolienta a su alrededor.

Rodeando la isla flotante un tremendo valle se asomaba, rodeado de montañas nevadas y grandes ríos; estos últimos confluían hacia el interior del valle, en donde un gran abismo tragaba toda el agua proveniente de la cordillera. Sobre este abismo estaban los regulares.

-La prueba es muy sencilla, ya que no tengo mucho tiempo. Tengo cosas que hacer en el piso ciento treinta - Anstanx caminó hacia la orilla de la isla y apuntó hacia abajo. -Caerán encadenados a este abismo. Abajo los espera un torbellino de gélida agua, rocas tan filosas como katanas recién hechas y, si tienen suerte, mounstros con hambre...o resaca.- Se encogió de hombros mientras miraba hacia abajo pensativo. -Es una larga caída- Susurró.

-Como tengo prisa, tienen un minuto para liberarse de las cadenas y salir a flote. Una vez liberados automáticamente aparecerán en el salón donde estabamos en un principio...- Anstanx miró a un chico que levantó su mano, casi adivinando lo que preguntaría. -No se molesten, no diré como hago eso- Interrumpió. Llevó la mano derecha a su cabello y con un rápido jalón sacó un pelo de raíz. -De todos ustedes, tan solo los primeros cien pasarán esta prueba. El resto se muere o es descalificado- Dijo Ans con total tranquilidad y pereza.

-Mucha suerte a todos, espero sepan nadar...- El pelo en su mano comenzó a brillar de color rojo y a la velocidad de un parpadeo creció enormemente, se dirigió a cada uno de los regulares y los envolvió por completo, pasando entre sus miembros, su tronco, caderas, cuello, cabeza, etc. Finalmente aquel enorme cabello dejó de brillar, materializándose en gruesas cadenas. Ahora todos los regulares estaban totalmente encadenados.
Los gritos de muchos regulares se hicieron escuchar, la gente de aquella isla parecía, sin embargo, no tomarlos en cuenta y seguía haciendo sus cosas como si fueran hologramas o robots. El suelo de aquella isla de pronto se desvaneció y todos los regulares comenzaron a caer, uno por uno, al abismo.

La prueba había comenzado, liberarse de las cadenas era ahora vital.

Por su parte, Ans movió uno de sus dedos e hizo aparecer aquel sofá en el que dormía, se dirigió hacia el y se tumbó. -Un minuto es suficiente para soñar grandes cosas- Susurró mientras cerraba su ojo. Al cabo de unos segundos ya estaba roncando y babeando.

Nota master: