Registro de pruebas para irregularidad. ID: SHAREI.

¿Como te sentirías si supieras que la Oscuridad es algo vivo? ¿Como te sentirías si supieras que observa todo lo que ocurre en el mundo? ¿Como te sentirías si supieras que la única cosa que la puede detener la hace más fuerte...?

¿Como te sentirías si fuera tu madre? Esta es la historia de Sharei, Sombra, hijo de la Oscuridad.

Los habitantes de una región remota cerca del Gran Bosque saben que hay algo que acecha en cada sombra, algo tan real que ni siquiera se puede visualizar en pesadillas. Existe desde tiempos inmemoriales y nadie recuerda ya un día sin notar esa presencia. Algunos dicen que es un alma en pena que busca algo, otros afirman que es un nigromante muy poderoso, los más osados aventuran que es el alma de un dios caído en desgracia hace muchos años... Pero todos coinciden con su nombre. Oscuridad. Pese a todo, siguen considerándolo un cuento y tal vez sea mejor así, pues cuando la gente no quiere ver la realidad, no se puede hacer gran cosa. Son tres los que conocen el secreto. Un hombre y dos mujeres. Sus hijos.

Las circunstancias que rodean sus llegadas al mundo de los vivos son de lo más extrañas. Nacieron como una materialización o desgajo de esa identidad, alejados del mundo, escondidos de todo. Al principio eran meras sombras, espectros de lo que se convertirían, esferas oscuras que orbitaban alrededor de su madre, aprendiendo y captando cada detalle con inteligencia. Con el tiempo, fueron diferenciándose y tomando una forma más corpórea, hasta que un día, se convirtieron en niños. Su madre les enseñó a observar el mundo, a captar cada esencia, a sonreír y a valerse por si mismos. Les enseñó la magia y a controlar la oscuridad a la que cada uno de ellos pertenecía. Observaban el mundo desde las sombras y la Oscuridad les mostraba secretos. Un deseo nació en cada uno de ellos, ciencia, letras y arte; electricidad, noche y fuego; y su madre se lo enseñó.

Mientras las niñas aprendieron a controlar su forma, quedando finalmente definidas como súcubo y elfa, el niño, de apariencia humana, empezó a mostrar cambios repentinos y a descontrolar sus poderes. Sus ojos se volvían felinos, sus dientes se agrandaban y afilaban, sus uñas se endurecían y alargaban, un cosquilleo le sacudía la espalda y el final de la columna, cosquilleo que desembocó en alas y cola. Notaba cada musculo, cada hueso cambiar y modificarse. Las cosas que antes le salían con facilidad, ahora se le escapaban de las manos y se le descontrolaban. Sharei era un cambiaformas en pleno transito y ni Lilith (la súcubo) ni Aenyeweddien (la elfa), podían hacer nada para ayudarlo. Presagiando un fatal desenlace, la Oscuridad, decidió forzar la situación, provocar un cambio completo y bloquear su capacidad de retroceso. Adoptando su forma de dragon completo, Sharei aprendió a vivir como un dragón. Su madre, se centró en él para ayudarle a controlarlo y con los meses, se habituó a su nueva apariencia y el poder que ella comportaba. Era el momento de desbloquear y aprender a controlar las transformaciones. Paralelamente a eso, se inició en el camino del entrenamiento físico y las armas, de las que se especializó en duales e ideó una técnica que le permitía usar cada una de sus siete extremidades con mayor eficiencia.

Las semanas siguientes fueron todo un caos para el joven, pues no solo despertaron de nuevo sus poderes ahora basados en electricidad; sino que también aprendió lo que conllevaba la pubertad. Sin entender porque, se sentía atraído por las dos muchachas. Parecía que su amistad y camaradería se había convertido en algo más. La tensión culminó con un hecho sorprendente, pues ellas se sentían de la misma forma. ¿Como podía ser que sintieran atracción entre ellos si se habían criado juntos? Esa pregunta desapareció, reemplazada por un amor que nada tenia que ver con el fraternal. La Oscuridad, observó con curiosidad el triangulo amoroso, ni alentándolo ni demonizándolo.

Los años pasaron y cada uno de los jóvenes se fue especializando en sus respectivos campos, donde Sharei investigó y diseñó diversos aparatos electrónicos, además de aprender sobre la química de las cosas. Era el momento de darse a conocer y actuar en el mundo. Su madre, les había formado, enseñado y mostrado el camino del autoaprendizaje y ahora les tocaba devolverle el favor. Con un intenso "curso", les inició en el arte del asesinato, del engaño, de la persuasión y les dio una serie de objetivos a cada uno. Por primera vez en toda la vida, se deberían separar los cuatro... y por primera vez en la vida, los tres jóvenes hicieron el amor. Al día siguiente, cada uno partió en distintas direcciones.

Con un estallido eléctrico y oscuro, Sharei se transformó en dragón y voló desde las ruinas donde habían estado ocultos todos esos años, hacia la zona costera. Allí se encontraba su primer objetivo, la primera de muchas vidas que robaría. Se trataba de un cacique local que estaba organizando varias tribus bajo su mando, gracias al poder de un misterioso cristal. Intrigado por su curiosidad científica, el joven se disponía a robar el cristal después de dar muerte al jefe e investigar sus propiedades.

Infiltrándose fundido en las sombras, llegó hasta la casa del susodicho y atravesó la pared. Ante él se encontró una escena de lo más interesante, pues el cacique estaba satisfaciendo sus deseos carnales con una jovencita. Aprovechando la situación a su favor, Sharei actuó con tranquilidad, adoptando forma su forma híbrida y ocultando su apariencia con el conjunto oscuro de sus rasgos modificados. Sus pasos no sonaron, y si hubieran sonado, habrían sido acallados por los jadeos entrecortados. La cuchilla negra que pendía de la punta de su cola, atravesó los dos cuerpos a la vez, matando al cacique y a su amante. Con un estallido oscuro, la cola entera desapareció y el joven se dispuso a buscar el cristal. Lo encontró en un pedestal de una habitación cercana, negro como la noche. Un eco energético incitaba a tocarlo, a tomarlo en su poder, a hacerse con sus secretos. Usando las dos manos para ello, rozó la superficie de la piedra con la yema de los dedos y esta reaccionó, adoptando una tonalidad azul oscuro. satisfecho de quen o hubiera reaccionado contra él, la cogió y se la guardo en el bolsillo. Su misión había terminado, pero tenia que regresar a su laboratorio en las ruinas, para poder investigar las cualidades que presentaba.

Plantándose primero delante de la Oscuridad, relató el éxito de su misión y luego se dirigió a sus habitaciones, lugar donde experimentaba y trabajaba con aparatos eléctricos que había ido diseñando. Se pasó días encerrado, olvidándose de todo lo demás. Hasta que al fin consiguió resultados. El cristal permitía convertir la energia eléctrica en un láser potente con propiedades parecidas al acero. Contento de haber hecho ese avance, partió el cristal en trozos más pequeños y los adaptó de tal manera en unos guanteletes electrónicos computadora, en los que estaba trabajando antes de irse; para crear el "arma perfecta". Dispuesto a probarlo, se los puso y los programó para crear una espada. Un cilindró surgió de las palmas metálicas, convirtiéndose en la empuñadura de un láser zafiro que surgió después. Con un láser en cada mano, Sharei se puso a hacer movimientos y comprobó con satisfacción, la ligereza que mostraban. Apagó los dispositivos y los programó con nuevas posiciones, probando cada una de ellas y anotando los resultados dentro del ordenador de abordo.

Los días pasaron y el joven estuvo satisfecho lo suficiente del invento, como para ir a mostrárselo a su madre. La Oscuridad se mostró complacida ante los progresos de su hijo y le encomendó que continuara con sus objetivos, pues sus hermanas ya habían acabado con tres cada una. Partió al poco de terminar la conversación, eso si, con su invento en los brazos.

De misión en misión, Sharei fue recorriendo todos los rincones del mundo, aprendiendo nuevas maneras de usar sus poderes y ganándose renombre como Sombra, gracias a su disfraz oscuro y a su manera de actuar. La sangre brotó por todas partes y la Oscuridad se mostró complacida ante los progresos de los tres. Cada día que pasaba se hacían más fuertes y los encuentros fortuitos entre cualquiera de los tres, eran ahogados por caricias y besos. Los años pasaron y los  jóvenes celebraron su decimoctavo cumpleaños, alcanzando la mayoría de edad. Esa noche fe épica, pues después de tanto tiempo sin verse, los tres hermanos desbordaban...

Al día siguiente se separaron de nuevo y cada uno se fue por un camino distinto. Oscuridad mandaba y ellos obedecían, pues ella vislumbraba un camino entre toda esa muerte. Un camino que les haría más fuertes, que les haría recorrer el mundo de punta a punta, que les mostraría secretos. Un poco cansado de tanta matanza y aún no satisfecho con el conocimiento adquirido, Sharei se decantó por una fuente de información poco fiable que durante sus misiones le había llamado la atención, los rumores de un lugar donde se alzaban unas torres gigantescas, tan grandes que se podían ver desde kilómetros en todas direcciones.

Siguiendo sus instintos y algunas indicaciones, finalmente las encontró. Ante él se alzaban las Torres de Akrion. Según los rumores, se trataba de un conjunto de treinta, pero desde la posición en que se encontraba solo podía vislumbrar diez. ¿Como podían ser tan enormes? Incluso se confundían con el horizonte. Intrigado ante la magnificencia que mostraban, se acercó a la más cercana.

El viaje duró más de lo esperado, pues las torres estaban más lejos de lo que parecían. Eran tan altas, que se perdían en el cielo y solo se podía imaginar su final; y eran tan grandes, que aún transformado, Sharei se sentía como una bacteria minuscula. Acercándose con admiración hacia una especie de portón, una enorme masa de piedra le golpeó mientras estaba distraído a mitad conversión en humano. Saliendo despedido hacia delante por el golpe y con un fuerte dolor que abarcaba toda la espalda, analizó la situación en medio del vuelo forzado y se giró hacía la dirección del golpe. La suerte no le sonrió y la inercia le impidió actuar. Estampándose contra la puerta maciza, un descalabro de dolor multiplicado por las ahora ya confirmadas heridas de la espalda, llenó la visión del joven de miles de punto negros, amenazando con llevarle hacía la inconsciencia. La sangre manaba en una lenta sucesión por miles de heridas, sobretodo en la espalda. Aceptando al dolor que amenazaba por destruir su mente, un oleada de electricidad le recorrió el destrozado espinazo, recolocando las vertebras en la posición adecuada para poder levantarse, pero las fuerzas le fallaron a la hora de actuar.

Viendo cerca el final de su vida, Sharei no tuvo más remedio que usar la única baza que le quedaba. Consumir los cristales que con tanto esmero había pulido y modificado para así obtener la energía suficiente que necesitaba para transformarse y enfrentarse a la amenaza. Una distorsión sacudió el aire y los guantes estallaron convertidos en una masa de electrones, protones y neutrones, que se arremolinaron alrededor del magullado joven. La estática pronto hizo acto de presencia y los cambios sucedieron todos de golpe. Un momento antes un sangrante humano, ahora un esplendoroso dragón. Extendiendo las alas y rugiendo en desafío, se lanzó contra la mole de roca. El golem le esperaba y los dos se enzarzaron en una titánica batalla de proporciones gigantescas.

La velocidad y la movilidad jugaban a favor de Sharei, pero la roca, contaba con más fuerza y resistencia. Por cada golpe que lograba encajar en el cuerpo escamoso del dragón, valía por cinco zarpazos de este y la piel de roca minimizaba los efectos. En un momento dado, el golem consiguió golpear con fuerza el cráneo de la bestia, haciéndole un corte en la frente y provocando por pura fuerza bruta, que alzara el vuelo. Ya en el aire, el joven draconico decidió cambiar de táctica. Dolorido de nuevo por los golpes de la mole de roca, se preparó para lanzar su electricidad. Por mucho que la roca no transmitiera la electricidad, como toda la materia del mundo, estaba formada por átomos, que aplicados a suficiente energía, se separarían de sus adyacentes. Acumulando un bola de electricidad delante de su boca abierta por unos segundos, la lanzó en forma de láser hacía el golem.

Ya pensaba que la batalla estaba decidida, cuando en el último momento el golem se inclinó hacia un lado, evitando dañarse el pecho (donde estaba el núcleo) y sacrificando un brazo, que se despedazó. Enfurecido por no haber podido destruirlo de un solo golpe, Sharei se lanzó hacia su adversario usando todo lo que tenia. Un aluvión de golpes llovió sobre la mole de roca desde todos los ángulos posibles. Patadas, mordidas, golpes de cola, zarpazos e incluso golpes de ala, que arrancaban pedazos importantes de roca. El golem, no se pudo protegerse solo con una mano, que acabó también destrozada ante la inusitada potencia de los golpes. El esfuerzo y la velocidad que había imprimido en sus ataques, empezó a hacer mella en el dragón, que relajó considerablemente su cadencia de ataques. La roca sin brazos y casi con el núcleo al descubierto, aprovechó eso para modificar su cuerpo, haciendo que unas espinas de piedra salieran disparadas de su pecho. Sorprendido ante tal modificación corporal por parte de la roca, Sharei dio un salto hacía atrás en el último momento, cosa que le costó una fea herida en un ala. Imposibilitado a la hora de volar, el joven se decantó por volver a lanzar su aliento, pero esta vez de forma mas practica. Avalanzándose hacía el golem de nuevo, ahora casi convertido en un erizo, se inclinó hacia sus pies, mientras cargaba la esfera eléctrica en su boca. Con un golpe certero de cola, le derribó y saltó al aire para desde allí liberar la energía recogida. Con una sonora explosión que impactó en el núcleo, la gigantesca mole se desmoronó.

Aterrizando a unos metros de la recién formada montaña, Sharei adoptó forma humana de nuevo y colapsó.

Tumbado en el suelo, a medio camino del sueño y la vigilia, reflexionó sobre lo sucedido. Había sido una de las batallas más violentas en las que había participado, casi no recordaba la última vez que sufrió tantas heridas y no entendía porque narices el golem le había atacado. Estos y otros más fueron los pensamientos que pasaron por la mente del joven antes de recobrar la conciencia.

Se había hecho de noche y la luna alumbraba como un sol nocturno la silueta bajo la torre que se encontraba. A su lado, la montaña que marcaba la muerte del golem se alzaba como un monolito recordatorio de la batalla. El dolor de cabeza que sentía el cambiaformas era lacerante y restallaba como un látigo cada vez que se hacía notar. Pasaron, minutos, tal vez horas mientras Sharei seguía tumbado en el suelo. Cada segundo, una conexión interna se cerraba y poco a poco, más rápido aún así que cualquier persona, las heridas se iban cerrando gracias a la electricidad que recorría su cuerpo de forma pasiva regenerando los tejidos dañados. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, se levantó del suelo y se fijó en la mole de roca desmoronadas, notaba que algo le llamaba. Siguiendo ese impulso interior, empezó a escalarla.

Con tranquilidad y paso a paso, pues aún se sentía extremadamente debil, consiguió alcanzar la cima. Allí, vio clavada en el suelo una cosa de lo más inquietante. Justo donde se encontraba el núcleo roto (una espécie de cristal de color rojo, ya sin vida), había una espada negra como la misma oscuridad. Intrigado por la aparición de tal extraño objeto en un lugar como ese, la asió por el mango y a la arrancó. Una resonancia oscura recorrió el brazo derecho del joven y la espada se convulsionó hasta desaparecer dentro de él. Una mirada de asombro se dibujó en el semblante del dragón cuando se retiró la manga y descubrió que otro tatuaje se había incrustado en su piel. Desde la palma hasta la muñeca dando una vuelta completa, un motivo tribal de color negro relucían con siniestra luz. Intentando buscar la espada dentro del poder del tatuaje, este se desenrolló de golpe y la materializó directamente en su mano. Para sus adentros, Sharei pensó que tampoco le había salido tan mal perder sus preciados cristales. No era lo mismo, pero por lo menos era una compensación, ya se terminaría acostumbrando al tanto frió de su nueva arma.

Tomándose un tiempo, en lugar de la prisa que acostumbraba a llevar encima, dejó que sus alas y cola crecieran lentamente, más que nada porque no podía desperdiciar ni una pizca de energía. Se sentía extremadamente débil y no sabía si había más criaturas gigantes por la zona, le convenía pasar desapercibido y matar a uno de ellos no era la mejor manera. Intrigado aún por el enorme portón, al que había sido vedado el acceso antes de la lucha con el golem, decidió por lo menos investigarlo a la luz de la luna y buscar una forma de entrar en el interior de esa monstruosa torre. ¿Que criaturas aguardarían en su interior?¿Quien narices había tenido el tiempo o el poder para construir semejantes cosas? Esos y muchos más eran los interrogantes que martilleaban a Sharei cuando por fin se plantó delante de la puerta.

Aquí es donde se interrumpe la historia... pues el resto aún no esta escrita.


Las Torres de Akrion son un lugar de Talzer Uzer, el mundo exterior y se supone que allí esta la Torre de Dios (teoría no confirmada).